Marcel Vaillant - crédito foto La Mañana

Marcel Vaillant: Desatando nudos en la inserción internacional del Uruguay

“Hay una agenda nacional de Uruguay en materia de política comercial que debemos definir y ejecutar `desde ayer`”, enfatizó el experto en economía Marcel Vaillant al ser entrevistado para La Opinión Independiente. “Sin embargo, la lentitud en afrontarla es enorme”, agregó el Doctor en Economía por la Universidad de Antwerp (Bélgica) y profesor grado 5 de Comercio Internacional e Integración Económica en la Universidad de la República.

En diálogo con Philippe Sauval, coordinador general del newsletter del Partido Independiente, Vaillant analizó la política comercial del Uruguay dentro y fuera del Mercosur, señalando “una larga lista de iniciativas a promover” para “limpiar nuestra política comercial de instrumentos que son anacrónicos”.

En recientes intervenciones señalaste que el problema de la inserción internacional del Uruguay no solo está referido a recuperar la autonomía en la capacidad de suscribir acuerdos comerciales con terceros. ¿Podrías darnos ejemplos de lo que estamos necesitando?

Uruguay tiene una reforma comercial pendiente. Su nivel de apertura comercial es muy bajo: el total de las exportaciones más las importaciones representa el 40% del Producto Bruto Interno (PBI).

Considerado el tamaño del mercado del país y su nivel de desarrollo relativo, (el total de las exportaciones más las importaciones) debería estar en el doble, un 80%. Esto muestra que estamos en una región cerrada al comercio internacional. Tanto en Brasil como en Argentina sigue predominando un status quo muy proteccionista. El desempeño del MERCOSUR es un sub producto de esta situación. En particular, el atarse las manos en las relaciones con terceros países fuera del bloque es un componente de este equilibrio proteccionista. Es evidente que esta situación nos ha afectado y que es un asunto que debemos procurar cambiar. O debería decir, más bien, gestionar. En los equilibrios políticos proteccionistas de nuestros vecinos no hay expectativas razonables de aguardar cambios, al menos a un ritmo razonable. Este status quo ha resistido varios cambios de gobierno. Podrán ocurrir impulsos puntuales que se deberán detectar y aprovechar. Por ejemplo, lo que ha ocurrido con el actual gobierno de Brasil, que instaló en su agenda la reforma comercial. Del mismo modo, el camino que está haciendo Brasil para ingresar en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De todas formas, creo que el equilibrio proteccionista resiste y va a durar. Entonces, ¿Cómo lograr niveles crecientes de apertura comercial de Uruguay que no impliquen una amenaza a nuestros vecinos? Ese es el complejo desafío que debemos gestionar. Está claro que no es fácil, dado que hay que avanzar hacia afuera sin retroceder en la región. El primer escalón de la apertura comercial es regional; debemos seguir comprando y vendiendo bienes y servicios en la región. Entre otros motivos, para hacer lo mismo fuera de ella.

Sin embargo, no es lo único que hay que hacer. Hay una larga lista de acciones unilaterales que es posible implementar y que no dependen de las decisiones de los otros, ni dentro ni fuera de la región. Por cierto, una reforma comercial que promueva una mayor internacionalización de la economía está alineada uno a uno con las reformas microeconómicas necesarias para dinamizar la evolución de la productividad, que es el motor final del crecimiento económico. La relevancia de la inserción internacional radica en que es el mecanismo fundamental de la transformación productiva y del crecimiento económico. Es esta una de las misiones centrales del Ministerio de Economía, además de los asuntos de la Hacienda Pública.

¿Cuáles serían los otros componentes de esta reforma comercial?

Está bueno focalizarse primero en aquellas acciones de política comercial que dependen de decisiones propias y donde el acuerdo regional no constituye un obstáculo.

Hay que destacar que, desde hace varios años, con algunos colegas, repetimos que hay cuatro acuerdos de tipo plurilateral que son necesarios suscribir: Acuerdo sobre Tecnología de la Información (OMC)[1]; Acuerdo de Compras gubernamentales (OMC)[2]; Tratado de cooperación de patentes (OMPI)[3] ; el Convenio de Kyoto Revisado (CKR) de la OMA [4]. Son acuerdos que sólo hay que suscribir, nada que negociar y todos ellos implican internalizar buenas disciplinas. También nos van moldeando institucionalmente de forma de poder aplicar las mejores prácticas en cada asunto. Debemos por cierto estar atentos y acompañar toda iniciativa plurilateral relacionada al sector servicios que impliquen niveles crecientes de liberalización dado que estos cambios están alineados con nuestra modalidad de especialización comercial.

¿En qué otro frente considerás posible tomar acciones unilaterales en materia de política comercial?

Hay una larga lista de iniciativas a promover que implican “limpiar” nuestra política comercial de instrumentos que son anacrónicos, constituyen barreras no arancelarias de alta definición que aún no se han podido remover. Te doy tres ejemplos:

  • Uno es la tasa consular que se aplica sobre la casi totalidad los productos importados y además de forma discriminatoria por origen. Un 0% con México, 3% con el Mercosur y 5% para los productos importados de fuera del bloque. Este instrumento se aplica de forma que viola la normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
  • Como segundo ejemplo: las solicitudes de autorización fitosanitaria de ingreso de productos vegetales (AFIDI) funcionan como verdaderos mecanismos anti competitivos de control del mercado.
  • Tercero: la forma de cobrar que tienen muchas instituciones públicas. Ejemplo la Administración Nacional de Puertos (ANP) y el LATU, que cobran en función del precio de los bienes transados (ad valorem) y no sobre bases específicas. Esta modalidad habilita que existan fuertes apartamientos entre la tarifa y el costo real de la provisión del servicio. Es justo reconocer que en esta administración de gobierno se han llevado adelante algunas iniciativas puntuales que están orientadas en esta línea. Ejemplo: reducción del impuesto LATU sobre las exportaciones no tradicionales (del 3 por mil al 2,5 por mil); eliminación del canal rojo obligatorio en la importación de vestimenta y calzado; reducción de la tasa LATU para la importación de alimentos y bebidas (del 1,5% al 0,5%). Sin embargo, queda aún mucha tarea por terminar dentro de la cual están los ejemplos que mencioné primero.

Pero además de estas medidas que están basadas en eliminar malas regulaciones, es necesario desarrollar un programa proactivo de logística internacional y facilitación de comercio. Es estratégico para Uruguay reducir los costos del comercio exterior, como mejorar los indicadores de desempeño en materia de tiempos y oportunidad. En esta dimensión también se han hecho avances puntuales, pero se requiere un esfuerzo mucho mayor para que Uruguay pueda expresar la potencialidad que tiene para ser un hub logísitico regional en distribución que a su vez derrame hacia el comercio exterior del país, abaratando los costos tanto de importar como de exportar. Por último, hay un frente regulatorio, tradicionalmente de enfoque doméstico nacional, que de forma gradual debemos armonizar en una línea de internacionalización. Armonizar reglamentos técnicos, sistema de evaluación de la conformidad y reconocimiento mutuo constituyen los instrumentos fundamentales de los nuevos acuerdos. Esta agenda está aún casi inexplorada en el país y debe ser construida desde cero. Hay una suerte de mímica de convergencia regulatoria que se llevó adelante en el contexto del proceso de integración regional, pero sin prácticamente ninguna sustancia disciplinadora, y por lo tanto con nulos efectos sobre el comercio intraregional.

Regresemos al problema de la flexibilización del MERCOSUR. Podríamos interpretar que los acuerdos con terceros fuera del MERCOSUR no son tan importantes. ¿Es así?

No, ese no es el mensaje que quiero dar, aunque está claro que así puede ser interpretado. Gracias por preguntar. Lo que digo es que hay una agenda nacional de Uruguay en materia de política comercial que debemos definir y ejecutar desde ayer. Sin embargo, la lentitud en afrontarla es enorme.

Los acuerdos con terceros son importantes dado que tenemos un problema en el acceso al mercado internacional. Para eso los acuerdos comerciales con terceros son fundamentales: liberalizaciones recíprocas a través de acuerdos de libre comercio amparados dentro del articulo XXIV del acuerdo de la OMC, con el contenido más moderno posible respecto a nuevas disciplinas, para que esos acuerdos estén alineados con los cambios requeridos que señalé en la segunda pregunta.

Este camino tiene dos escollos que están mutuamente vinculados. Primero hay que romper el cerco regional que se expresa a través de un veto y/o de lentas represalias de nuestros vecinos en el momento de recuperar la autonomía en la relación con terceros. El veto se produce a través del segundo escollo, que es la voluntad del tercer país fuera de la región en hacer un acuerdo con nosotros. ¿Cuál es el problema? Es que los terceros toman la posibilidad de que la economía de mayor tamaño que es Brasil tome algún tipo de represalia en virtud de que este país suscribe un acuerdo con Uruguay. Cierto o no, la posibilidad de que ocurra es un factor que actúa negativamente. Los hechos revelan que este factor es importante. Podríamos titularlo: el costo Brasil de hacer un acuerdo con Uruguay.

¿Cómo evaluás lo que se hizo en esta última dirección, de lograr sortear el corset que implica estar en el MERCOSUR?

El gobierno actual hizo un avance importante en el año 2021, liderado por el presidente de la República en encuentros bilaterales con sus pares del MERCOSUR, y luego refrendado en el foro plurilateral de la Cumbre del 26 de marzo del mismo año. De forma coloquial podemos decir que ha tirado el gato sobre la mesa. Pero la implementación posterior aún no da muchos resultados. Recién ahora, 14 meses después, se observa un primer avance que quisiera resaltar. Me refiero al acuerdo bilateral con Brasil que se protocolizaría en el marco del ACE 2 (antiguo PEC). Lo alcanzado va en buena dirección de acuerdo en la reducción del AEC; incorporación de las Zonas Francas para ser beneficiados del libre comercio una vez verificado el origen; acuerdo entre Brasil y Uruguay de ir flexibilizando el MERCOSUR con el propósito de alinearlo a los intereses nacionales de sus miembros. Es un logro muy significativo y revela un método de trabajo para obtener resultados con mayor protagonismo del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), aprovechando esos impulsos aperturistas que antes mencioné respecto a Brasil.

Pero como evaluación general, con la información parcial con la que cuento, observo algunas fallas en la conducción. No tengo una solución al problema, que como dije al principio, es complejo. Lo único que digo es que hay criterios generales a observar, que según entiendo, es necesario satisfacer.

  • Primero es tener una canasta amplia de opciones y no buscar que solo un camino nos de la respuesta.
  • Segundo aprovechar lo ya acumulado y las opciones más verosímiles donde las resistencias de la región deberían ser menores. Ejemplos serían: bilateralizar el acuerdo con la UE y buscar firmarlo de forma bilateral; perfeccionar los acuerdos de libre comercio con Perú, Colombia y México siguiendo el camino que ya se hizo con Chile. Esto permitiría pedir el ingreso a la Alianza del Pacífico. En esta dirección considero acertada la propuesta del Partido Colorado de solicitar el ingreso al CPTPP (acuerdo transpacífico). Hay que darle fuerza a esta opción. Esto no implica caer en falsas oposiciones y discontinuar los esfuerzos de establecer un acuerdo con China, entre otros mercados que se han explorado.
  • Tercero, quisiera subrayar la idea que la canasta de países para intensificar las relaciones debe ser consistente con la política internacional del país y los cambios domésticos necesarios para impulsar. Lo resumo en esta trilogía: valores, nuevas reglas y mercados. Eso es lo que se debería procurar sabiendo que ningún país solo reúne las tres dimensiones. Para cumplir con esta regla se requiere una canasta balanceada.
  • Cuarto, para lograr alcanzar los objetivos propuestos y gestionar los resultados obtenidos es necesaria una revisión profunda y rediseño de la institucionalidad del Uruguay en materia de política comercial que establezca mejor las competencias de las diferentes agencias y defina un espacio claro de coordinación entre ellas con un funcionamiento efectivo.

[1] Implica eliminación de las tarifas sobre todos los productos de TI. Incorporar a Uruguay resultaría en una reducción de costos de estos productos. Actualmente el Acuerdo cuenta con 82 signatarios, que representan alrededor del 97% del comercio mundial de estos bienes.
[2] Consiste apertura mutua del mercado de contratación pública entre partes bajo la regla del trato nacional. Esto redundaría en mayor eficiencia del gasto público nacional al tiempo que se garantizan condiciones de acceso en el extranjero a empresas uruguayas. Este acuerdo está firmado por la mayoría de los países desarrollados, contando con casi 50 signatarios.
[3] Permite proteger patentes en 153 países bajo una gestión única de patentamiento internacional. No suscribir este acuerdo implica que nuestra comunidad científica deba recurrir a patentar en otros países para proteger sus creaciones. En la base de datos de OMPI se encuentran más de 200 solicitudes internacionales con al menos un inventor uruguayo. Este es uno de los tratados internacionales de mayor cobertura. Entre los países no signatarios están Uruguay, Bolivia, Argentina, Paraguay, Venezuela, Somalia, Etiopía, Eritrea, Congo, Yemen, Pakistán, Afganistán, Irak.
[4] Es el principal convenio de facilitación del comercio aduanero. Fue elaborado por la Organización Mundial de Aduanas y entró en vigor el 3 de febrero de 2006. Es una revisión y actualización del Convenio Internacional sobre la Simplificación y la Armonización de Procedimientos Aduaneros (Convenio de Kyoto) que fue adoptado en 1973-1974.
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